Inicio del proceso: Primero, se selecciona un cultivo de microorganismos adecuado. Los microorganismos más utilizados son las bacterias Lactobacillus.

Preparación del medio: Se prepara un medio adecuado para el crecimiento óptimo y la producción de ácido láctico de los microorganismos. El medio suele contener agua, una fuente de carbono (como azúcar), una fuente de nitrógeno y otros minerales necesarios.

Fermentación: Los microorganismos del medio preparado se añaden a los tanques de fermentación. Allí, bajo condiciones controladas de temperatura, pH y oxígeno, los microorganismos metabolizan los azúcares en ácido láctico. Durante este proceso, se produce ácido láctico y la fermentación continúa.

Separación del producto: Una vez finalizada la fermentación, la mezcla de fermentación se separa en ácido láctico y otros componentes mediante procesos como filtración o centrifugación.

Obtención de ácido láctico puro: La mezcla resultante se purifica mediante procesos de purificación (por ejemplo, destilación o tecnologías de membrana) y se obtiene el ácido láctico con la pureza deseada.

Almacenamiento y envasado del producto: El ácido láctico purificado se almacena y envasa finalmente en el formato deseado y queda listo para su consumo.